Guillermo Escribano

Aprendiendo a ser «profesor»

Este 2021 pasado me he propuesto entre otras muchas cosas, intentar ser mejor padre. Esto es un reto que cada año tiende a superarse al encontrarme en nuevas situaciones con dos pequeñas que crecen muy rápidamente.

El reto de padre, en la situación de pandemia que nos encontramos hace ya dos cursos, fue aún más motivador ya que la labor del colegio, en mi caso, brilló por su ausencia. Si queríamos que no perdieran el hábito, las buenas costumbres, que adquirieran los conocimientos que por su edad debían tener, que siguieran socializando con sus compañeros, teníamos que reinventarnos.

Fue bastante difícil en un primer momento. En nuestro empeño como padres que la figura del profesor es el que «tiene la batuta» para dirigir los deberes y los quehaceres del estudio, nos encontramos con un desgobierno total. Una anarquía nada agradable, que desgraciadamente y por la duración excesiva del confinamiento pudimos redirigir.

En ese trabajo en muchas ocasiones mis hijas insistieron que si tanto criticaba la situación que se estaba produciendo de falta de directriz para continuar la labor docente, que me convirtiera en profesor y que procurara hacerlo mejor.

Dentro de la educación de mis dos hijas, una preadolescente y la otra más pequeña, pero con un poder de originalidad inimaginable para su edad, uno de los pilares básicos es que si algo no te gusta, si no estas de acuerdo en algo y consideras que es injusto, debes actuar. La critica que no es constructiva, la crítica que no se convierte en una acción para poder revertir esa situación con la que no estas de acuerdo, es una pérdida de tiempo.

Y con esos argumentos, mis dos hijas me lanzaron el reto de «cambia la situación». Aunque a corto plazo es bastante complicado, he empezado el camino.

Ahora estoy matriculado en el Máster Universitario en Formación del Profesorado de Educación Secundaria Obligatoria y Bachillerato, Formación Profesional y Enseñanzas de Idiomas de la Universidad Cardenal Herrera CEU.

Esta vuelta a las aulas está siendo muy gratificante porque he vuelto a encontrar «compañeros de clase». Esa maravillosa figura que, con gran diversidad en edad y en objetivos, me hacen ver que no dispongo de la verdad absoluta. Me hace plantearme algunas inquietudes, alguna que otra «línea roja» que había establecido con mis hijas, y comparten conmigo experiencias suyas de la Universidad que casi siempre son totalmente distintas a las vividas por mí en aquella maravillosa época.

He querido poner el pixton de toda la clase y poder tener alguna frase de cada compañero. Lo conseguiré ya que esta reflexión seguirá viva más allá del último día de Master.

¡Nos vemos pronto en las aulas hijas!